jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Por que?

Aún hoy no consigo entender porque la raza humana se esta destruyendo a si misma. Cada mañana cuando veo las noticias lo único que veo son asesinatos, violaciones, vejaciones, robos... Nos gusta creer que somos la especie mas evolucionada del planeta, pero sinceramente, solo hemos evolucionado en maldad y soberbia. Todas las especies cuidan de ellos, se proporcionan protección y cuidan de las crías de otros iguales, ninguna raza de animal se somete o se caza entre ellos, cazan por supervivencia o para alimentarse, entonces, si tan evolucionados estamos ¿por que nos destruimos?
No hace falta ir muy lejos, todo el mundo conoce a personas que se han peleado por una insignificancia, o gente que ha sido maltratada tanto física como psicologicamente, amigos que han llegado a golpearse o insultarse por una pequeña diferencia.
En mi opinión estos problemas siempre vienen dados por nuestra propia falta de autorealización, somos nosotros mismos los que necesitamos sentirnos superiores a los demás, sea de la manera que sea, por ello nos encanta criticar cuando vemos los defectos de otras personas, y nos gusta recalcarse-los para no sentirnos nosotros mismos tan inferiores.
Esta inferioridad es la que nos lleva en muchos casos a hacer sentir mal a las personas que nos rodean, nos encanta que nos compadezcan porque eso crea una falsa sensación de seguridad en nosotros mismos.
Todo el mundo ha hecho o dicho cosas que sabían que podían herir a sus semejantes, pero aun siendo conscientes de lo que hacían y sabiendo sus consecuencias lo han hecho, y después siempre viene una burda explicación o un arrepentimiento donde nos hemos justificado de nuestro comportamiento.
Voy a acabar esta entrada con una cita en latin:
 "Homo homini lupus"
"El hombre es un lobo para el hombre".

martes, 14 de diciembre de 2010

El temido enemigo

Había una vez, en un reino muy lejano y perdido, un rey al que le gustaba
sentirse  poderoso. Su deseo de poder no se satisfacía sólo con tenerlo, él,
necesitaba además, que todos lo admiraran por ser poderoso, así como la
madrastra de Blanca Nieves no le alcanzaba con verse bella, también él
necesitaba mirarse en un espejo que le dijera lo poderoso que era.
Él no tenía espejos mágicos, pero contaba con un montón de cortesanos y
sirvientes a su alrededor a quienes preguntarle si él, era el más poderoso del
reino.
Invariablemente todos le decían lo mismo:
-Alteza, eres muy poderoso, pero tú sabes que el mago tiene un poder que
nadie posee: Él, él conoce el futuro.
( En aquel tiempo, alquimistas, filósofos, pensadores, religiosos y místicos eran
llamados, genéricamente “magos”).
El rey estaba muy celoso del mago del reino pues aquel no sólo tenía fama de
ser un hombre muy bueno y generoso, sino que además, el pueblo entero lo
amaba, lo admiraba y festejaba que él existiera y viviera allí.
No decían lo mismo del rey.
Quizás porque necesitaba demostrar que era él quien mandaba, el rey no era
justo, ni ecuánime, y mucho menos bondadoso.
Un día, cansado de que la gente le contara lo poderoso y querido que era el
mago o motivado por esa mezcla de celos y temores que genera la envidia, el
rey urdió un plan:
Organizaría una gran fiesta a la cual invitaría al mago y después la cena,
pediría la atención de todos. Llamaría al mago al centro del salón y delante de
los cortesanos, le preguntaría si era cierto que sabía leer el futuro. El invitado,
tendría dos posibilidades: decir que no, defraudando así la admiración de los
demás, o decir que sí, confirmando el motivo de su fama. El rey estaba seguro
de que escogería la segunda posibilidad. Entonces, le pediría que le dijera la
fecha en la que el mago del reino iba a morir. Éste daría una respuesta, un día
cualquiera, no importaba cuál. En ese mismo momento, planeaba el rey, sacar
su espada y matarlo. Conseguiría con esto dos cosas de un solo golpe: la
primera, deshacerse de su enemigo para siempre; la segunda, demostrar que

- Dime – dijo el mago – y alivia tu corazón.
- Aquella noche, cuando te invité a cenar y te pregunté sobre tu muerte, yo no
quería en realidad saber sobre tu futuro, planeaba matarte y frente a cualquier
cosa que me dijeras, porque quería que tu muerte inesperada desmitificara
para siempre tu fama de adivino. Te odiaba porque todos te amaban... Estoy
tan avergonzado...
- Aquella noche no me animé a matarte y ahora que somos amigos, y más que
amigos, hermanos, me aterra pensar lo que hubiera perdido si lo hubiese
hecho.
Hoy he sentido que no puedo seguir ocultándote mi infamia.
Necesité decirte todo esto para que tú me perdones o me desprecies, pero sin
ocultamientos.
El mago lo miró y le dijo:
- Has tardado mucho tiempo en poder decírmelo. Pero de todas maneras, me
alegra, me alegra que lo hayas hecho, porque esto es lo único que me
permitirá decirte que ya lo sabía.  Cuando me hiciste la pregunta y bajaste tu
mano sobre el puño de tu espada, fue tan clara tu intención, que no hacía falta
adivino para darse cuenta de lo que pensabas hacer,  - el mago sonrió y puso
su mano en el hombro del rey. – Como justo pago a tu sinceridad, debo decirte
que yo también te mentí... Te confieso hoy  que inventé esa absurda historia
de mi muerte antes de la tuya para darte una lección. Una lección que recién
hoy estás en condiciones de aprender,  quizás la más importante cosa que yo
te haya enseñado nunca.
Vamos por el mundo odiando y rechazando aspectos de los otros y hasta de
nosotros mismos que creemos despreciables, amenazantes o inútiles... y sin
embargo, si nos damos tiempo, terminaremos dándonos cuenta de lo mucho
que nos costaría vivir sin aquellas cosas que en un momento rechazamos.
Tu muerte, querido amigo, llegará justo, justo el día de tu muerte, y ni un
minuto antes. Es importante que sepas que yo estoy viejo, y que mi día
seguramente se acerca. No hay ninguna razón para pensar que tu partida deba
estar atada a la mía. Son nuestras vidas las que se han ligado, no nuestras
muertes.

El rey y el mago se abrazaron y festejaron brindando por la confianza que cada
uno sentí en esta relación que habían sabido construir juntos...
Cuenta la leyenda... que misteriosamente... esa misma noche... el mago...
murió durante el sueño.

El rey se enteró de la mala noticia a la mañana siguiente... y se sintió
desolado.
No estaba angustiado por la idea de su propia muerte, había aprendido del
mago a desapegarse hasta de su permanencia en el mundo.
Estaba triste, simplemente por la muerte de su amigo.
¿Qué coincidencia extraña había hecho que el rey pudiera contarle esto al
mago justo la noche anterior a su muerte?.
Tal vez, tal vez de alguna manera desconocida el mago había hecho que él
pudiera decirle esto para quitarle su fantasía de morirse un día después.
Un último acto de amor para librarlo de sus temores de otros tiempos...
Cuentan que el rey se levantó y que con sus propias manos cavó en el jardín,
bajo su ventana, una tumba para su amigo, el mago.
Enterró allí su cuerpo y el resto del día se quedó al lado del montículo de
tierra, llorando como se llora ante la pérdida de los seres queridos.
Y recién entrada la noche, el rey volvió a su habitación.
Cuenta la leyenda... que esa misma noche... veinticuatro horas después de la
muerte del mago, el rey  murió en su lecho mientras dormía... quizás de
casualidad... quizás de dolor... quizás para confirmar la última enseñanza del
maestro.

lunes, 13 de diciembre de 2010

En estas fechas...

         La Navidad, esa fecha en que todos nos unimos un poco mas a las personas que amamos. Aún hoy no consigo entender el porqué de ese sentimiento que nos invade en estas fechas tan señaladas. Hay gente que cree y celebra el nacimiento de Jesucristo, y cree que en estas fechas hace 2010 años llegó el mesías del cristianismo a nuestra tierra para después sacrificarse por todos nosotros. Pero hay gente, como yo, que no cree ni quiere celebrar este acontecimiento, entonces no puedo entender porque cuando volvía de la librería y veía todas esas luces hipnóticas y a la gente con regalos en las bolsas se me dibujaba una sonrisa de felicidad mientras contemplaba todo lo que sucedía a mi alrededor. 
        ¿Por que hasta a los mas escépticos estas fechas nos marcan más?¿Por que echamos mas de menos a nuestros seres queridos que se han ido cuando llegan estos días?¿Por que todo el mundo sonríe y disfruta? ¿Por que nos divertimos mientras decoramos nuestro abeto?
Porque lo necesitamos.
          El ser humano necesita querer y sentirse querido, necesitamos un día para recordar todo lo bello que nos rodea, somos tan sumamente egoístas y estamos tan preocupados en nosotros mismos que tal vez, necesitamos añorar y cuidar a los demás, aunque solo sea por dos semanas al año.
           Muchos creeréis que en el ambiente solo se respira una hipocresía y un consumismo desmedido, pero tal vez gracias a esa mentira que a todos nos han contado desde pequeños, conseguimos ser un poco mas felices.
          Es la excusa perfecta para recuperar la ilusión de la niñez, cuando esperamos despiertos a que Papa Noel o los Reyes Magos llegaran. 
La ignorancia es la base de toda felicidad.
         ¿Por que no ignoramos toda esa gran patraña que nos envuelve, y nos engañamos un poquito, para poder ser un poco mas felices?

domingo, 12 de diciembre de 2010

La rana y el escorpión


Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo:
 —Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda… 
—¿Que te lleve a mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser. 
—No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
 —Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Y entonces, la rana se dirigió al escorpión y le dijo: —Mira, escorpión. Lo he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle:
 —No entiendo nada… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. 
Y entonces, el escorpión la miró y le respondió: —Lo siento ranita. Es mi naturaleza, es mi esencia, no he podido evitarlo, no puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. 
Y poco después de decir esto, desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.